Después
de un gran desayuno con Andrés y Rafael (María ya se había ido) dejé el
albergue de Sebrayu a mis espaldas y por un rato caminé con Andrés,
pero él no se sentía bien y continuó en autobús. Esta vez yo pensaba que
nos despedíamos definitivamente (o al menos por algún tiempo hasta que
lo visitara en Budapest), porque él quiso continuar a Gijón y yo había
decidido ver Oviedo. Este desvío a Oviedo no lo tenía en mi guía y por
eso la etapa de este día fue un poco como una sorpresa, pero también eso
es “El Camino” y uno debe hacer lo que le dice el corazón. Lo que no
estaba claro en ese mismo momento era el destino después de Oviedo, en
este día todavía no sabía si tomaría el Camino del Norte o el Camino
Primitivo.
En un pueblo que se llama Camoca los caminos se separan, uno va a Gijón y el otro a Oviedo, yo elegí el segundo para continuar por lugares que no están descritos en mi guía, una aventura...
El lugar más interesante y más notable de la etapa de este día fue el valle de Valdediós con su hermoso monasterio. Desgraciadamente en este momento, cuando estaba pasando por el monasterio, se agotó la memoria de mi cámara y por eso no tengo ninguna foto, pero en mi cabeza tendré las imágenes de este valle para siempre.
Lo que me gustaba más era la tranquilidad, cómo el tiempo no pasa por allí por muchos años, cómo el tiempo no es importante en este lugar y no solo en el monasterio, si no en todo el valle.
Aunque el camino era bastante empinado entre las casas y fincas pequeñas y algunas veces me faltaba la respiración me deleitaba con las vistas, el silencio y toda la atmósfera.
Pasé por algunos campos pequeños donde trabajaba la gente, la vida allí debe ser bastante difícil, pero ellos me miraban y simplemente sonreían, parecían muy felices sin la presión de "la vida moderna".
Sobre las dos llegué a La Vega y encontré el albergue sin problemas. Estaba abierto y no había nadie, ¡qué raro!, entonces me enteré que en el bar me informarían y me darían las llaves. Fui, escribí mi nombre en el libro del albergue y en él vi que ya había otro peregrino que se llamaba Maria. Más tarde me la encontré en el albergue y juntos buscamos acceso público a internet en el pueblo, donde finalmente pude descargar las fotos de la cámara y contestar un par de mensajes.
Maria me invitó a una cerveza con "pinchos" (en La Vega de Sariego "pincho" significa un gran bocadillo con tortilla de patatas :)) por la tarde, y hablamos, y hablamos... y gracias a su paciencia mi español mejoraba a cada momento. Ella me explicaba todo lo que no sabía y contestaba a todas mis preguntas, mi profesora de español y después de los días que pasamos juntas también una gran amiga, pero esa es la historia de los días siguientes.
El Camino en sí es una gran casualidad, yo me había encontrado con Maria ya dos o tres veces antes de La Vega, pero nunca habíamos hablado tanto. Yo creo que si no hubiera sido por la casualidad nunca hubiéramos pasado tantos días juntas, porque después de todo, estábamos en el Camino solas y para caminar y no para hacer amistad con otros peregrinos, aunque una vez que así surgió tampoco lo evitamos...
En un pueblo que se llama Camoca los caminos se separan, uno va a Gijón y el otro a Oviedo, yo elegí el segundo para continuar por lugares que no están descritos en mi guía, una aventura...
El lugar más interesante y más notable de la etapa de este día fue el valle de Valdediós con su hermoso monasterio. Desgraciadamente en este momento, cuando estaba pasando por el monasterio, se agotó la memoria de mi cámara y por eso no tengo ninguna foto, pero en mi cabeza tendré las imágenes de este valle para siempre.
Lo que me gustaba más era la tranquilidad, cómo el tiempo no pasa por allí por muchos años, cómo el tiempo no es importante en este lugar y no solo en el monasterio, si no en todo el valle.
Aunque el camino era bastante empinado entre las casas y fincas pequeñas y algunas veces me faltaba la respiración me deleitaba con las vistas, el silencio y toda la atmósfera.
Pasé por algunos campos pequeños donde trabajaba la gente, la vida allí debe ser bastante difícil, pero ellos me miraban y simplemente sonreían, parecían muy felices sin la presión de "la vida moderna".
Sobre las dos llegué a La Vega y encontré el albergue sin problemas. Estaba abierto y no había nadie, ¡qué raro!, entonces me enteré que en el bar me informarían y me darían las llaves. Fui, escribí mi nombre en el libro del albergue y en él vi que ya había otro peregrino que se llamaba Maria. Más tarde me la encontré en el albergue y juntos buscamos acceso público a internet en el pueblo, donde finalmente pude descargar las fotos de la cámara y contestar un par de mensajes.
Maria me invitó a una cerveza con "pinchos" (en La Vega de Sariego "pincho" significa un gran bocadillo con tortilla de patatas :)) por la tarde, y hablamos, y hablamos... y gracias a su paciencia mi español mejoraba a cada momento. Ella me explicaba todo lo que no sabía y contestaba a todas mis preguntas, mi profesora de español y después de los días que pasamos juntas también una gran amiga, pero esa es la historia de los días siguientes.
El Camino en sí es una gran casualidad, yo me había encontrado con Maria ya dos o tres veces antes de La Vega, pero nunca habíamos hablado tanto. Yo creo que si no hubiera sido por la casualidad nunca hubiéramos pasado tantos días juntas, porque después de todo, estábamos en el Camino solas y para caminar y no para hacer amistad con otros peregrinos, aunque una vez que así surgió tampoco lo evitamos...
Autorretrato en un momento de decisión. Autoportrét v momentě rozhodování. A self-portrait in a moment of decision making. |
Žádné komentáře:
Okomentovat